"PARA MI ABUELO MATEO, EL SASTRE DE BULLAS". JAMÁS OLVIDARÉ AQUELLO DE: EL QUE GUARDA, SIEMPRE TIENE"


Te escribo a ti abuelo. Todo esto es para ti.

La verdad es que durante varios días me siento algo extraño, me encuentro flotando en una nube de sensaciones y emociones ambiguas, a veces contrapuestas, que me llevan a creerme perdido, e incluso en ocasiones llegan a asustarme.

Comienzo con ganas cada día, pongo esfuerzo y logro sentirme bien, me noto tranquilo, sosegado, seguro de mí mismo, mientras respiro las nuevas ilusiones que el viento me acerca.

En cambio, pronto mi cielo se nubla, se cubre y tiñe de grís todo lo anterior. Aún me esfuerzo por disfrazar esta melancolia que a veces me desborda, provocando mi tormenta.

Y es que aún no lo entiendo, no asumo tu injusta marcha. Extraño antiguas sensaciones a tu lado. El tiempo y tu ausencia me muestran el vacio que en mi interior quedó tras tu inesperado adiós, y ahora, pasado algún tiempo, me condena el dolor de no haber podido despedirme de ti.

Hasta ahora no he sido capaz de analizar todo lo que tu falta me impone. La herida no cicatriza, y aunque vive arañandome los días, me esfuerzo y sigo con ello, queriendo razonarlo, luchando para verlo como algo natural, puesto que no tengo otra opción.

Abuelo, gracias de corazón, gracias porque fuiste para mí un maestro inolvidable. Todo lo que me enseñaste, lo que compartiste conmigo, supone el más valioso de los tesoros. Fuiste mi ejemplo, mi guía, y eternamente serás una de las estrellas brillantes que iluminan mis pasos por el mundo.

Quizá te preguntes porqué expreso ahora todos estos sentimientos que nunca antes te dije. No sabría explicarlo. Tal vez yo, el chico que aparenta no guardar nada en su interior, sea en realidad una persona solitaria y reflexiva a la que le cuesta muchísimo dar cuerpo y moldear su propia sensibilidad. Me gusta andar por la vida dando pasos cortos, experimentando cómo mi espíritu me da sorpresas día a día.

Recuerdo cada minuto y cada palabra de nuestros ratos juntos en la sastrería, en tu sastrería. Recuerdo las lecciones de amor y suprema verdad que compartiste conmigo en aquel lugar donde pasaste tu vida entera, y donde aparte de desarrollar y enseñar tu oficio, también ayudaste a tantísimas personas a aprender a zurcir los descosidos que la vida y el paso del tiempo provocan en el corazón. Todo el que por allí pasó nunca te vio como un jefe, sino que por siempre te recordaran como un padre, como un amigo, como un gran Maestro.

Te entregaste en la tarea de hacer felíz a todas aquellas personas que a ti se acercaron. Yo siempre te vi como alguien que desde su llegada a este mundo, ya tenía su sitio guardado en el cielo. Me alegra saber que te ganaste a pulso una posición privilegiada en el infinito desde donde ahora poder observar nuestro camino en la vida, enviandonos tu fuerza y tu amor. Tienes un trocito de cielo.

En ti convergían todas las virtudes humanas que yo más valoro. Renunciaste a tus sueños antes incluso de soñarlos, de darles forma. La vida no fue justa contigo, y sin embargo, tu respuesta fue la de ser siempre ejemplo de vida.

Tus alegrías y satisfacciones fueron las de los tuyos, porque no viviste para ti, sino dedicado a brindar un futuro mejor a tus hijos, incluso en ocasiones dejándo a un lado tus propios gustos o deseos.

Hoy me siento afortunado. Me llena de alegría e ilusión poder desde aquí regalarte estas humildes letras bañadas en gratitud y amor, en pago por cada segundo que pasaste conmigo, queriendome, haciendome sentir especial y, en muchas ocasiones, aguantando cariñosamente los apuros que pude hacerte pasar (que sé que no fueron pocos).

Me ayudaste a aprender a vivir, me tomaste de la mano y me llevaste a vivir historias increíbles de tu pasado, de tu vida, compartiendo grandes momentos junto a grandes amigos de los que ya no quedan, así como otros momentos duros en los que la pena y el miedo te traspasaron y te hicieron aún más humano. Aprendí y disfruté mucho con cada una de tus palabras, con cada anécdota, con cada uno de esos refranes que tanto te gustaba usar, y con cada historia que guardabas en tu colección de almanaques pequeñitos. Aquello fue muy especial para mí, abuelo, y quiero que sepas que lo llevaré conmigo para siempre.

Representaste para mi el significado exacto de las palabras bondad, prudencia, y honradez. Cuánto aprendí de ti, y cómo te echo de menos.

Recuerdo cómo me decías que en esta vida es mejor estar callado y parecer tonto, que abrir la boca y despejar todas las dudas al respecto. Hoy me río al recordarlo, pero siendo justo he de confesarte que aún a día de hoy meto en ocasiones la pata con eso. Perdóname abuelo, prometo que pronto lo conseguiré del todo, de verdad.

Deseo que me sientas allí contigo, que me recuerdes tanto como yo a ti, y que me sigas enseñando día a día a ser la persona que siempre he soñado llegar a ser. Voy a luchar por hacerte sentir orgulloso, por lograr que puedas emocionarte conmigo, y porque sientas fuertemente que te llevo guardado en el corazón para toda mi vida.

Te admiro con más pasión cada día que pasa, en los que descubro que, a cada segundo, quedan menos personas capaces de albergar tus valores, tu esencia. Te queremos porque te hisciste querer, porque te disfrutamos mucho.

Siento tristeza cuando pienso que irte tan rápido te hizo sufrir, no te gustó, y seguro que te dolió. Odio pensar que en tu interior quedaron palabras por decir, sueños que ver cumplidos en los ojos de los tuyos, y, sobretodo, infinitos besos y abrazos para todos.

Me consuela estar seguro de que si realmente existe un Dios en el cielo, querrá tenerte muy cerca de él.

El recuerdo que nos dejaste es tan inmenso como lo fue tu corazón.

Por toda una vida, porque te quiero y porque ni una sola de tus palabras fue jamás en vano, me despido diciendote desde aquí: GRACIAS ABUELO. TE QUERRÉ SIEMPRE

2 comentarios:

Paco Piniella dijo...

Mi padre era y es sastre jubilado, una profesión muy noble. Ánimo compañero, es difícil la muerte y difícil el sentimiento de no tener a un familiar, yo perdí mi madre a principios de año y aún no encuentro el momento en que no tenga un recuerdo de ella.
Me ha gustado el sentimiento de lo que has escrito y por eso me animo a dejarte este comentario.
Avante compañero.
Paco

* SOMOS MÁS * dijo...

Gracias de corazón, Paco. Me enorgullece que alguien como tú, con tu trayectoria y valía humana (me he informado visitando tu blog) lea mis letras y disfrute con ellas. Te mando de corazón un abrazo y mucha fuerza para seguir hacia delante. GRACIAS