“RECUPEREMOS NUESTRA FUERZA”



Hace algunas semanas fuimos testigos de las conclusiones que arrojaban los resultados de una encuesta sobre el grado de vinculación e interés que los jóvenes mostramos hacia la actividad política y sus vertientes en la actualidad.

Dichas conclusiones, reflejan de manera clara que nuestra percepción sobre la política y sus responsables está muy lejos de ser calificada como positiva. Esta situación, particularmente, me hace darme cuenta de la facilidad con que los jóvenes nos hemos dejado atrapar, sin defendernos, por éstos nuevos tiempos donde prima la Ley del mínimo esfuerzo y donde todo es comodidad y buenos alimentos.

No quiero con esto declararme juez de nada ni nadie, ni dirigir hacia nosotros la culpa de todos los males, pero sí defiendo firmemente que no deberíamos quedarnos inhábiles ante esta situación que no nos coloca en muy buen lugar a mi parecer.

La necesidad de reflexión se hace evidente ante este olor conformista que destilamos, y pienso que más allá de confrontaciones y polémicas partidistas, todos deberíamos tener la plena certeza de que la política es todo, y todo gira en torno a decisiones de orden político.

Esto implica que colocarnos fuera de los parámetros del devenir político, no es más que aislarnos de manera voluntaria y autodeclararnos como prescindibles ante todo.
Sería realmente aconsejable y digno que los jóvenes nos replanteásemos nuestra postura y no olvidásemos que, sin duda, más pronto que tarde recaerá sobre nosotros la obligación de avivar el motor que tire de la sociedad.

Unamos los infranqueables lazos que desde siempre nos han unido y empujado a ser participativos, a contemplar con actitud crítica y exigente la actualidad, y a estar presentes en la vida política, social y cultural de nuestro país.
Tenemos que rearmar ese espíritu común que haga posible la lucha por todos aquellos derechos que consideremos nuestros, y ante todos los retos que tengamos que afrontar para alcanzar una mayor justicia social en nuestra vida.

No debemos arrojar al olvido a todas aquellas generaciones de jóvenes, estudiantes o no, de nuestro triste pasado dictatorial, que jugándose la salud y arriesgando el pasar su futuro entre rejas, se mantuvieron unidos y firmes ante la represión y caminaron de la mano hasta alcanzar, por fin, la conquista de la paz, la igualdad y la libertad devolviendo con ello la ilusión y regalando esperanza a tantísimas familias.

Es por todo por lo que merece la pena recuperar esa voz común con las mismas metas, ese núcleo que siempre fueron los jóvenes y que ahora no podemos dejar perecer.
Claro está que no serán los mismos objetivos, que las necesidades y anhelos son otros y que los sueños a cumplir distan mucho de los conquistados durante aquellos años del fin de la dictadura y el comienzo de la llamada Transición Democrática, pero es ése ánimo, esa lucha sin descanso, y la esencia que de ella se desprende el mayor regalo que podemos hacernos, la mayor satisfacción para todos, y el cumplimiento de la deuda que los jóvenes de hoy tenemos con aquellas personas que quitaron con sus manos las piedras de nuestro camino y cambiaron, para nosotros, la nada por el todo.

Este es un reto que tenemos que lograr. Sabemos que merece la pena.