
Hace algunas semanas, fuimos testigos de cómo Josep Piqué, Presidente del PP Catalán, presentaba a Mariano Rajoy la dimisión irrevocable de todos sus cargos y competencias políticas. El motivo de esta drástica decisión es el rechazo profundo ante las últimas directrices e imposiciones de la dirección nacional, que eligió una serie de nombres de forma unilateral, para pilotar el partido en Cataluña hasta la celebración de los próximos comicios generales. Unos días antes el Secretario General del PP, Ángel Acebes, viajó a Barcelona e impuso ante Piqué los nombres de los dirigentes electorales de cada una de las cuatro provincias catalanas.
A lo largo de la legislatura el ex ministro había apostado por mantener una política centrista y moderada, en abierto contraste con la radicalización impuesta desde Génova por la pareja Acebes-Zaplana, y apoyada desde la retaguardia por el Presidente nacional, Mariano Rajoy. La línea de la derecha radical ha ganado la batalla.
La diferencia entre los socialistas y populares en los comicios generales fue determinante en el resultado que apartó a los conservadores del poder: pasó de 5 a 15 diputados, contribuyendo en la pérdida de la mayoría absoluta y las elecciones por parte de los populares. Desde ese preciso instante, en Génova, se decidió radicalizar el mensaje para intentar recortar de nuevo las distancias y afrontar la próxima convocatoria electoral con esperanza de triunfo. El factor o la causa que ha llevado a esta crisis interna de enormes dimensiones para las expectativas electorales de Rajoy y sus mosqueteros, no ha sido la imposición de caras nuevas, sino la recuperación de antiguos dirigentes desplazados en su día por el ex ministro, por tener una idea de la política bastante alejada de la que deseaba establecer Piqué en el aparto del partido en Cataluña.
Desde Génova se ha dejado muy claro el discurso con el que concurrirán a las próximas elecciones generales, tanto en Cataluña como en el resto del país. A nadie se le escapa la enorme importancia y peso específico que tienen los resultados que se obtengan en Cataluña para un partido que aspire a obtener una mayoría suficiente para formar Gobierno.
El infame Acebes remató su golpe de timón exigiendo a los disconformes con la nueva línea de actuación que se marcharan a casa y no molestasen. Al siempre educado Piqué no le ha gustado para nada ese desafío y ha seguido su consejo al pie de la letra. Jamás podrán decir que este Piqué no es obediente.
La cúpula popular se ha deshecho de esta forma de quien consideraban un lastre en su estrategia de confrontación radical. Pero, al mismo tiempo, ha creado una vacante en su cartel electoral que les puede conducir a un fiasco considerable en Cataluña, y por consiguiente, en sus aspiraciones de Gobierno.
Este movimiento define la elección tomada por Rajoy acerca de las caras nuevas y mensajes que deben acompañarle en su campaña para llegar a ocupar la Presidencia del Gobierno. Para mí, es también una muestra más de las luchas internas y enfrentamientos que están sucediéndose en el seno del PP, dividiendo a sus miembros, dañando considerablemente la imagen de Rajoy como líder político, y provocando que comiencen a brotar dudas sobre el posible manejo del guión popular por parte del omnipresente Aznar desde los despachos de FAES.
Si saco algo en claro de todo esto es el hecho de ver claramente la fuerte posición de poder de la facción más ultra de la derecha popular, que busca todas las artimañas posibles para aniquilar políticamente a todos aquellos compañeros de partido que puedan amenazar su posición de ordeno y mando, obviando el daño que están ocasionando a su partido y a los objetivos políticos de éste.