
Como si del mismo monarca se tratase, Mariano Rajoy se plantó ayer en su despacho de Génova 13, con la bandera nacional bien a la vista, para grabar un vídeo con carácter institucional sin precedentes en la historia de nuestro país, a través del cual insta a todos los españoles a celebrar con fervor, y por encima de cualquier diferencia de orden ideológico, la Fiesta Nacional del 12 de Octubre, mostrando profundo orgullo por ser españoles y haciendo gestos que reflejen fielmente todo aquello que guardan en el corazón.
La difusión del vídeo ha generado gran polémica. El PP, que no consultó su emisión ni con el Gobierno ni con la Casa del Rey, considera que se han sacado las cosas de quicio y que el vídeo no debería haber traído consigo tanto revuelo.
El líder popular quiere que la gente “en casa o en la calle, de manera individual o con familia o amigos” haga algo para celebrar el “Día de la Hispanidad”. Desde la calle Génova se insiste en que es una invitación a participar en los actos institucionales y desmienten, de plano, que se trate de una llamada a una manifestación contra la política gubernamental.
Esto huele raro, o por lo menos, tiene algún objetivo específico que aún no logramos divisar. En su juego a ser Jefe del Estado, Rajoy reclama que se honre “el símbolo que, junto a la Corona, mejor nos representa en todo el mundo: la bandera que aprobamos en 1978, la que exhiben nuestros deportistas con orgullo, la que cubre el féretro de nuestros soldados, la que saludan con respeto todos los Jefes de Estado que nos visitan, el símbolo de la nación libre y democrática que formamos…”. Para Mariano Rajoy, este año merece ser algo especial “por razones que todo el mundo conoce”. Desconozco si las razones evocadas por los populares serán los recientes ataques a la Corona, la propuesta sin fundamento de Ibarretxe, o los continuos apocalipsis patrios que ellos han profetizado durante estos últimos tres años, únicamente para poder erigirse después ante los ciudadanos como los verdaderos salvadores de la patria. Cómo me recuerda esto a aquello del “contubernio masónico-izquierdista” del que vino a salvarnos otro gallego y se quedó 40 añitos.
Amar a España es amar a todos sus ciudadanos, es poner cada uno de nuestra parte para hacer más fácil la convivencia entre iguales, es respetar los símbolos e instituciones del país como patrimonio de todos, es mantener una actitud responsable ante todo aquello que pueda dañar en lo más mínimo la imagen y el desarrollo de España como nación dentro de un mundo globalizado, y es aparcar las ambiciones personales cuando las circunstancias obliguen a todos los ciudadanos a mantenernos unidos formando un frente común. Los conservadores olvidan que antes que respetar y venerar los símbolos de la patria, apropiándoselos injustamente, previamente hay que respetar aquello que dichos símbolos representan, que no es otra cosa que España, su gente y su destino. Menos escenografía señores y más responsabilidad a la hora de actuar.
Aunque la cinta de vídeo de Rajoy se hizo ayer mismo, por la mañana, desde el PP afirman que forma parte de una estrategia planificada que se engloba dentro de la campaña de los cachorros populares de “Nuevas Generaciones” llamada “Somos España”. Mientras los jóvenes caldeaban el ambiente, los altos cargos populares ideaban el colofón del vídeo de Rajoy proclamando a los cuatro vientos su orgullo por ser un buen español.
Yo también siento orgullo de mi país, de sus tierras y de su gente, pero la mayor de las satisfacciones la siento por ser un español que no se cree más patriota que nadie, que no se apropia de los símbolos de todos y que no utiliza la fiesta nacional para disfrazarse de Jefe de Estado y lanzar un mensaje institucional a los ciudadanos con fines exclusivamente electoralistas. Es un comportamiento innoble de alguien que quizá merezca compasión, pero que obviamente no está preparado para ser Presidente del Gobierno.
De todas formas, el Presidente del PP no es nuevo en esto de presentarse como único defensor de la patria. Desgraciadamente aún recordamos la manifestación del 10 de Marzo de 2007 en contra de la concesión de prisión atenuada que un juez de vigilancia penitenciaria había otorgado a Ignacio de Juana Chaos. Allí, en la Plaza de Colón, arropado por la bandera y el himno de todos, fuimos testigos de “una de las experiencias más bonitas de su vida política”, cuando aprovechó los símbolos del Estado Español para abrigar su acusación al Gobierno de España de rendición ante los terroristas. A la vista de esta nueva aparición, ahora en vídeo, parece que aquello fue un ensayo.
No resto importancia a lo acontecido durante las últimas semanas en algunas zonas de nuestro país, ni evado mi determinación en la condena de la quema masiva de fotografías del Rey o la propuesta ilegal de Ibarretxe, pero también soy consciente de que la derecha política y mediática de este país magnifica estos hechos para presentarlos como estandartes de una nueva catástrofe, fracasado su intento de vendernos otras supuestas tragedias anteriores.
Ahora le ha dado a algunos por descubrir que en algunos mástiles de instituciones españolas no ondea la bandera nacional, como si esto fuera culpa del Gobierno actual. Bien, para los ultras que desde la Cadena COPE o el periódico La Razón, quieren vendernos su impostada indignación, habría que decirles que en estos momentos no hay en España ni una bandera menos de las que había cuando gobernaba José María Aznar. Esto por no meternos en un recuento exhaustivo de toda la generosidad desplegada por los populares con el PNV del jesuita radical Arzallus -"en 14 meses con Aznar hemos conseguido más que en 14 años con González"- dijo el líder peneuvista cuando consideraba a Aznar un castellano viejo y de palabra.
Ni España se rompe, ni necesitamos que los mismos que en su día no os mostrasteis a favor de la Constitución, vengáis ahora como “salvadores de las causas perdidas” a reorientar nuestro barco a la deriva y a salvar el espíritu de “La Transición” de las garras del olvido. Mucho más daño hacen a este país las apariciones del ex Presidente Aznar pregonando en todos los foros internacionales a los que acude que, tras su marcha, cunden en España el desgobierno, la división social y el enfrentamiento, que cualquier concentración en la que unos cuantos alborotadores antisistema queman fotografías, aunque éstas fueran las de toda la dinastía de los Borbones.

