
¡Ya está bien!. No podemos continuar con una actitud pasiva ante los ataques y salidas de tono que nos han brindado los miembros de nuestra politizada Conferencia Episcopal durante estos últimos cuatro años, y que han tenido su culminación con las palabras pronunciadas por los cardenales Rouco, Cañizares y compañía, durante la celebración eclesiástica "por la familia cristiana" celebrada este pasado fin de semana en Madrid.
Por supuesto manifiesto mi más profundo respeto por el derecho de todas las personas a manifestarse pacíficamente por todo aquello que consideren adecuado, así como hacia cualquier acto litúrgico que se celebre en nuestro país.
Ahora bien, debemos recordar a estos señores que desde los púlpitos juegan a ser políticos que es nuestra Constitución, aprobada en 1978 para ser el marco jurídico que nos guíe y nos haga iguales, la que establece que es en el pueblo donde reside la soberanía del Estado, garantizando una total libertad religiosa y determinando que ninguna confesión tenga carácter estatal.
Busque con pasión en todas las fotografías de la tarima montada en la plaza de Colón de Madrid, a ese pésimo Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, ya que tratándose de una concentración en defensa de la familia, me parecía raro que no estuviera un pensador de la Iglesia autor de afirmaciones tales como: “no hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica, como podría practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta". “¿Por qué el abusador de menores es enfermo? Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan". He aquí la postura clara y firme de una de estas personas que se atreven a dar lecciones de moral, ética y principios, mientras obvian y aceptan en su seno a ruínes como el autor de tales infamias. No había oído hasta ahora nada que fuese más en contra de los Derechos Humanos y los Derechos del Niño que estas declaraciones, que como cabría esperar, no han tenido recriminación alguna por parte de la Conferencial Episcopal. Cabe esperar que la culpa la tenga Zapatero.
También busqué al párroco de Peñarroya (Córdoba) José Domingo Rey Godoy, condenado a 11 años de prisión por abusos sexuales a seis niñas, y al cura de la diócesis de Madrid, Rafael Sanz Nieto, condenado por el Tribunal Supremo por abusos sexuales a un niño (según la sentencia el Arzobispado de Madrid conocía los hechos y los ocultó) quien "entró en relación de amistad" con la familia del menor, por lo que acudía a su domicilio "con asiduidad para el cuidado de los hijos, formación religiosa y refuerzo en los deberes escolares" y "con el afán de satisfacer sus instintos libidinosos, primero en casa de la familia y después en la vicaría, llevó a cabo tocamientos al menor y obligó al niño a que le tocara”. ¿Puede ser que le provocaran no, Señor Godoy?.
No hubo tampoco mensaje del fundador de los Legionarios de Cristo Marcial Maciel, quien, con aval de Benedicto XVI, mantiene en una residencia eclesiástica "una vida reservada de oración y de penitencia" en castigo por haber cometido abuso sexual en contra de menores de edad cuando fue clérigo.
A ninguno de estos defensores de los valores familiares pude ver ni oír. En cambio, sí que escuché atónito las directas acusaciones hacia el Gobierno, vertiendo sobre él y sobre la figura de su Presidente críticas que traspasan la frontera de lo racional mostrándolo incluso como responsable de la muerte de la democracia. Ustedes no tienen legitimidad alguna para hablar de democracia, únicamente porque cuando en nuestro país no la había, jamás se mostraron críticos con el régimen represivo imperante ni declararon su alineamiento con las fuerzas que sí luchaban por el advenimiento de la democracia y la libertad. Al contrario señores, vivieron durante 40 años colmados de privilegios, llevándo al dictador Franco bajo palio y alabando los fusilamientos, los paseos y los asesinatos en las cunetas.
Creo firmemente que desde el Gobierno el mayor apoyo que se puede dar a la familia es llevar a cabo leyes que asienten la libertad de sus miembros, que salvaguarden su seguridad y fomenten su desarrollo personal y de conjunto, y que les supongan una ayuda en la solución de sus problemas reales. Y precisamente eso es lo que se ha hecho desde el Gobierno.
Pido respeto hacia la diversidad ideológica, hacia la disparidad de criterios y la pluralidad de pareceres porque, sinceramente, creo que ese intercambio, ese debate tranquilo y ameno, representa el mayor patrimonio de nuestro régimen democrático, garante de nuestros derechos y libertades individuales, siendo al fin y al cabo el más valioso de los tesoros que tantos años y tanta sangre costó conseguir.
Señores prelados, la fe no se legisla. No hay nada más personal que la fe, las creencias, los sentimientos. Si existe algo por lo que luchar es por la conquista de la paz social, que sólo lograremos respetando la ley y los derechos de los demás.
Manipular con manifestaciones y acusaciones tan graves como las vertidas contra este Gobierno el pasado día 30, acusándolo de estar acabando con la democracia o incluso de legislar contra la Declaración de los Derechos Humanos, sólo tiene un nombre: mentir y manipular, convirtiendo una celebración en defensa de la familia cristiana en un auténtico mitin político de campaña electoral.
Todos somos iguales ante la ley y por lo tanto, si desean lanzar mensajes políticos sólo hace falta una cosa: dejen de usar sus púlpitos como escenarios, aprovechando los privilegios que les da su posición como jerarquía de la Iglesia en España para manipular buscando fines muy lejanos al ejercicio de su profesión, y bajen a la arena política, dejándo en casa las sotanas, si tanto les gusta eso de dar mítines y ser oposición al Gobierno.
*Comunicado del PSOE en respuestas a los ataques y las graves acusaciones de los Obispos:
"Los socialistas expresamos, como siempre, nuestro respeto al ejercicio por parte de los ciudadanos de su derecho a reunirse y manifestarse libremente; también nuestro pleno respeto a los actos litúrgicos o confesionales que se celebran en nuestro país; y queremos salir al paso de las manifestaciones públicas, de contenido político, vertidas por algunos responsables de la jerarquía de la Iglesia Católica en la concentración que se celebró en Madrid el pasado día 30."
En relación con ellas declaramos lo siguiente:
1. Es la Constitución de 1978 la que determina que la soberanía reside en el pueblo, del que emanan todos los poderes del Estado.
Es la Constitución de todos los españoles la que ha proclamado que todos ellos son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de religión. Es la Constitución la que ha garantizado la libertad religiosa y la que ha determinado que ninguna confesión tenga carácter estatal. Es esta misma Constitución, base última de los valores y principios en los que se legitima la ordenación de la convivencia en sociedad, la que ha establecido que el respeto a la ley y a los derechos de los demás es el fundamento del orden político y de la paz social.
2. A lo largo de estos últimos treinta años, los españoles han decidido mayoritariamente ampliar los derechos y las libertades individuales y fortalecer las políticas sociales en favor de la dignidad de las personas, objetivo último del orden jurídico democrático.
En estos últimos cuatro años, nuevas leyes han avanzado en la extensión de derechos y políticas sociales precisamente en favor de las familias. Lo han hecho estableciendo medidas para promover la natalidad, para conciliar la vida laboral y familiar, para dignificar a las familias de jubilados con pensiones más bajas, para apoyar a las familias con personas dependientes, para que las familias con menos recursos dispongan de más becas para que sus hijos puedan seguir estudiando¿ También en estos cuatro años, nuevas leyes han creado nuevos derechos: para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, para reconocer el derecho a contraer matrimonio a todas las personas, sin discriminación alguna basada en su orientación sexual, y para poder poner fin, en ejercicio de la libertad, a una relación conyugal rota sin tener que sufrir dilaciones injustificadas.
3. La fortaleza de la democracia consiste en la garantía de la convivencia de opciones ideológicas, morales y religiosas distintas, sin aceptar la imposición de ninguna en particular. En este sentido, en un régimen de libertades, la fe no se legisla. La legitimidad de los valores y de las reglas de la convivencia emana de los principios y procedimientos constitucionales. No hay más legitimidad que la legitimidad constitucional.
Toda confesión religiosa tiene plena autonomía en su orden doctrinal respecto de quienes participan de ella, pero es la sociedad la que tiene, a través de sus representantes, la potestad de ordenar los principios de libertad individual y de convivencia para todos los ciudadanos. Sólo quienes deliberadamente ignoran o no respetan estos principios se apartan de los fundamentos esenciales de la democracia.
4. Guiados por nuestras convicciones democráticas y por nuestra defensa de la libertad individual, los socialistas, no daremos ningún paso atrás: seguiremos trabajando para que los ciudadanos españoles sean más libres y con más derechos, y para que, al mismo tiempo, nuestra convivencia sea cada vez más respetuosa y tolerante".
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